Doña Estelita y Doña Tere son dos mujeres que representan perfectamente la mujer emprendedora caucana. Sus historias de vida, marcadas por la casualidad y el trabajo, han sido también un ejemplo de superación y amor por lo que se hace. Además, se han convertido en el fiel testigo del nacimiento, crecimiento y trascendencia que ha tenido Unicomfacauca a lo largo de estos últimos años.

Diciembre 12 de 2019

Doña Estelita y Doña Tere son dos mujeres que representan perfectamente la mujer emprendedora caucana. Sus historias de vida, marcadas por la casualidad y el trabajo, han sido también un ejemplo de superación y amor por lo que se hace. Además, se han convertido en el fiel testigo del nacimiento, crecimiento y trascendencia que ha tenido Unicomfacauca a lo largo de estos últimos años.

 

Unicomfacauca: ¿Hace cuánto tiempo trabajan aquí?

Estela Gómez: Desde que tengo uso de razón. Aquí funcionaba el Teatro Popayán y trabajábamos con siete personas más. Cuando tuve 17 años me casé y me retiré un poco, pero venía diariamente a ver a mi mamá, quien era la dueña del carrito en ese entonces. Luego, cuando ella falleció, hace 16 años, fui yo quien decidió continuar con este trabajo.

Teresa Erazo: Yo llegué aquí en 1956, tenía 5 años, y mi mamá era la única vendedora del Teatro Valencia. Recuerdo que en una ocasión dormí en este carrito, porque mi mamá no tenía donde más dejarme. Esto parecía un jardín, cada vendedora tenía de cuatro o cinco niños, y para que no molestáramos nos mandaban a San Francisco a jugar. Cuando tuve 17 años me casé, me fui a vivir a Cali 6 años y como me fue mal me devolví, ahí mi mamá ya estaba muy enferma por el calor y el frío que tenemos que aguantar en este puesto, entonces le dije que se vaya a descansar, que yo me quedaba. Desde entonces, ya llevo 42 años trabajando aquí, que es la edad que tiene mi hijo menor.

U: ¿Desde que empezó a funcionar Unicomfacauca han estado en los mismos puestos de trabajo, o alguna vez han buscado suerte en otro lado?

TE: Pues antes trabajábamos en el anterior Teatro Popayán, como la Alcaldía lo cambió aquí, nosotros también, y trabajábamos en la calle de enfrente. Cuando empezó la construcción de este edificio, que hoy es Unicomfacauca, yo fui la única que me quedé, les vendía café a los trabajadores, y otras de mis cositas. Sin embargo, esto se acabó por el terremoto, y yo fui la única que me quedé. Me vendía como dos mil pesos diarios, pero aquí estaba sagradamente todos los días.

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Recuerdo que una vez pasó el Dr. Juan Cristóbal, el Director Administrativo de Comfacauca, y vio que casi me atropella una moto, entonces me dijo que subiera aquí, porque no podíamos estar en la calle, nosotras aceptamos y desde entonces cada una tiene su lado. Luego, desde la Alcaldía enviaron una carta diciendo que nos ubicaran en otro lugar donde no se invada el espacio público, pero las directivas de Unicomfacauca no dejaron que nos llevaran. En esa época nos metían miedo, nos decían que nos iban a sacar, que esto no era permitido por la ley estar aquí, etc. Una vez le respondí a esa persona, con mucha rabia, “vea, le aseguro que usted se va a ir de aquí, y yo me quedo”, y así ha sido. Es más, hasta nos dijeron que mejor que nos quedáramos aquí, así hasta ayudábamos a cuidar, que ya éramos parte de esta familia.

EG: Y aunque no lo crean, uno se da cuenta quien entra y sabe quien es de aquí y quien no. Uno les avisa a los guardas quien parece sospechoso y cuando entran caritas desconocidas, igual es nuestro sitio de trabajo y uno lo quiere mucho. Uno llega a encariñarse con la parte donde trabaja, con el personal, por eso vivo muy agradecida, y le doy gracias a Dios por mi trabajo, porque me siento útil y ayudo con los gastos de la casa.

U: ¿Alguna vez han tenido dificultades con las autoridades?

EG: Una vez se nos llevaron los carritos. Hasta a nosotras nos subieron a ese camión. Fue en una Semana Santa, era un jueves santo. Estábamos trabajando y no nos dieron tiempo de nada, igual ya estábamos tapando para irnos, pero llegó la patrulla y nos subieron ahí.

TE: Esa ha sido la vez que más he llorado. Fue una humillación muy tremenda, y el susto ni se diga.

EG: Pero de todo lo malo, siempre sale algo bonito y una anécdota por contar. Fueron las directivas de Unicomfacauca que salieron corriendo y le hablaron al Sargento que no nos hagan ese mal. Ellos nos ayudaron a que todo salga bien, porque hablaron con el Secretario de Gobierno y al otro día, pleno Viernes Santo, a primera hora, nos devolvieron los carritos.

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U: ¿Qué opinan sus hijos del trabajo que desempeñan?

TE: (Risas) Ellos me dicen que descanse, que no trabaje más, que ya es suficiente. Pero yo vivo sola y si yo me quedo en la casa, ¿qué hago allá? La vida mía es esta, trabajar en lo mío, y así soy feliz. Yo tengo 68 años y pienso trabajar aquí hasta que Dios me de vida.

U: ¿Y cómo es su rutina diaria?

TE: Yo vivo en Villa del Prado, y me levanto todos los días a las 5:30 de la mañana. Lo primero que hago es leer la Biblia, luego me alisto y desayuno, hago otras cositas y me vengo acá. Aquí estoy todo el día. Cuando están los estudiantes me quedo hasta tipo 10:00 p.m., cuando no, hasta las 8:00 p.m. más o menos. El almuerzo lo consigo por acá, porque me queda muy difícil ir hasta mi casa. La cena si la preparo cuando llego a casa.

EG: Yo vivo en la Loma de la Virgen y por lo general me levanto a las 6:00 de la mañana todos los días, me gusta dejar haciendo aseo en la casa y luego vengo para acá. Si están los estudiantes, llego temprano y me voy tarde, pero cuando no, me voy más tempranito. Cuando llego a la casa me dedico a compartir con mis hijos y nietos, descanso, veo televisión, etc.

U: ¿A cuántas personas cree usted que le vende mecato diariamente?

TE: (Risas) Diariamente, tal vez con unas 300 por ahí, y lo más bonito es que van y vienen, me saludan siempre y muchas son de las que ya salieron de la Corporación, estudiantes, docentes o administrativos. En Semana Santa, pasó un Egresado con sus hijos y les comentó sobre mi. Les dijo a los niños, “miren, ella es doña Tere, cundo estaba de novio con su mamá ella ya estaba aquí, me fui a trabajar al extranjero, volví, y mírenla, trabajando juiciosa como siempre”. Y así pasan varios que me preguntan que cuando es que me voy a descansar.

U: Y cuando finaliza el día, ¿dónde dejan los carritos con la mercancía?

EG: Nosotros contamos con la fortuna de poder guardarlos en el parqueadero, porque estos carritos son pesados, y nunca se nos ha perdido nada, tenemos permiso para ir al baño, y muchas cosas más.

U: Desde su experiencia de tantos años trabajando, ¿cómo han visto el crecimiento que ha tenido Unicomfacauca?

TE: Mucho, porque no más con ver a los jóvenes que salen de aquí, que llegan como niños, todo inmaduros, y salen hechos todos unos hombres y mujeres realizados en la vida. Otros son ingratos, uno no dice que no, que ni saludan siquiera, pero la mayoría sí, y uno los recuerda con mucho cariño. Uno les pregunta cómo les ha ido, y nota que les ha ido bien. Ahí se ve entonces el crecimiento que ha tenido la Corporación.

EG: Además porque empezó desde abajo y uno se da cuenta de los certificados de calidad que ha obtenido, las acreditaciones de alta calidad, y los varios reconocimientos que constantemente se da a Unicomfacauca, eso demuestra lo mucho que crece diariamente. Además, los estudiantes que están en el extranjero, porque tengo amiguitos que están en Londres, en Alemania, en Estados Unidos, y que están trabajando con todo lo que aprendieron aquí.

U: ¿Qué sueñan ustedes para Unicomfacauca?

TE: Me gustaría que tenga más sedes, más facultades, más carreras, que se amplíe con más edificios y así.

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EG: Pienso igual, porque uno ve que muchos estudiantes nuevos ingresan cada semestre, y ya nos estamos quedando estrechos (risas).

U: ¿Y hasta cuando les gustaría trabajar aquí y por qué?

EG: Personalmente a mi me ha mejorado mucho la calidad de vida, y no me da pena decirlo: yo fui muy pobre, y gracias a que uno ha sido guerrero en la vida es que ha salido adelante. Eso lo heredé de mi mamá. Fíjese que ella trabajó hasta el 26 de diciembre del 2003 y murió el 31, fueron cinco días muy difíciles por su agonía, pero fue una persona muy trabajadora, y si Dios me lo permite, me gustaría ser como ella y trabajar hasta el último día de mi vida.

TE: Mire que mi mamá también murió un 31 de diciembre. 

EG: Yo le digo a Teresa que ambas tenemos muchas cosas parecidas en la vida: ella tuvo mellizos y se le murieron, yo también. Ambas tenemos la misma edad, trabajamos en lo mismo, lo heredamos de nuestras madres, tenemos la misma cantidad de hijos, y somos abuelas, hasta nuestras mamitas, que también eran compañeras de trabajo murieron en una fecha similar: el 31 de diciembre, y ambas pasamos esos fines de año muy difíciles. En fin, la casualidad ha marcado nuestras vidas.

U: ¿Cómo es eso que a ambas se le murieron sus hijos y sus madres en la misma fecha?

EG: Sí señor. En esa época las cosas eran muy difíciles, y pues uno no sabía nada de maternidad ni natalidad, y nunca los vi. Los míos se murieron porque fueron sietemesinos.

TE: ¡Los míos también! Vea pues, hasta en eso. A mi se me murieron porque me fui a pasear y me caí, pero yo no sabía que estaba embarazada. En esa caída me zafé mi cadera, me fracturé un brazo, y me lisié la muñeca. Mi embarazo fue tremendo, hasta para ir al baño tenía que ayudarme de alguien. En el momento del parto, la doctora me dijo que tenía que ser muy fuerte y fue ahí donde me enteré que eran dos. Nació la primera y casi me muero con la segunda. Yo pensaba mucho en mis niñas, porque era muy pobre y cómo hacía yo. Era difícil con una, ahora imagínese con dos. Luego me dijeron que se murió porque una señora la cargó y me la ojeó y la niña se puso morada, y murió. Lo mismo pasó con la segunda.

U: ¿Pero luego tuvieron más hijos?

EG: Sí claro, ambas tenemos dos hijos más. Ya tenemos nietos también.

TE: Yo ya tengo hasta una bisnieta.

U: ¿Y por lo general qué hacen en Navidad?

TE: Yo, nada (risas).

EG: Yo me reúno con mi familia, compartimos un momento juntos y le celebramos la Misa a mi mamá.

U: ¿Qué mensaje le dan a la familia Unicomfacauca en esta época decembrina?

TE: Yo les dijo, que Dios los bendiga enormemente, que sigan siendo personas buenas, entregadas a su trabajo y Dios. Y a usted también, que lo aprecio mucho.

EG: Si los sentimientos que despierta la navidad fueran igual todo el año, la vida y el mundo serían muy distintos, y todo sería mejor. A la familia Unicomfacauca le digo que muchas gracias por permitirnos trabajar aquí, muchas gracias por su cariño y afecto que nos demuestran todos los días. Que sigan así, a todos les deseo muchas bendiciones y personalmente le doy gracias a Dios que Fabián volvió (risas).



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